Dicen que la legibilidad de las letras coincide con la legibilidad del mundo: la Alemania nazi, que al principio había exaltado la gótica —y poco legible— Fraktur como expresión tipográfica del espíritu germánico, cambió de idea cuando la ambición de imponer el Nuevo Orden en Europa le sugirío a Hitler la idea de recurrir a los caracteres latinos para que los pueblos no germánicos comprendieran mejor la causa nazi; el 3 de enero de 1941 se estableció mediante decreto que “la llamada letra gótica” había sido inventada por un judío y que desde aquel momento el alfabeto de los alemanes sería el latino.