Este fin de semana ví The Persuaders, un documental que pretende explicar cómo la publicidad trata de encontrar nuevas formas de fascinarnos y de combatir la enorme densidad de mensajes visuales. El documental se puede ver aquí.
Lo que más me interesó fue la perspectiva política de todo esto: Frank Luntz, un experto en consultoría estratégica —así es cómo se llaman ahora los expertos en retórica— que trabaja asidualmente con los republicanos norteamericanos o Silvio Berlusconi, explicó su trabajo con grupos de atención intentando descubrir las palabras más adecuadas para vender una idea. La cosa es simple: no importa lo que quieras decir al público, lo único que importa es lo que éste quiere oir. Un gran trabajo de maquillaje: por ejemplo, fue él quien recomendó que el impuesto de sucesiones cambiase su nombre a impuesto sobre la muerte, con vistas a su eliminación; cómo guerra de irak debía sustituirse por guerra contra el terror; cambio climático por calentamiento global; recortes fiscales por reducción impositiva.
"Look, for years, political people and lawyers —who, by the way are the worst communicators— used the phrase “estate tax.” And for years, they couldn’t eliminate it. The public wouldn’t support it because the word “estate” sounds wealthy. Someone like me comes around and realizes that it’s not an estate tax, it’s a death tax because you’re taxed at death. And suddenly, something that isn’t viable achieves the support of 75 percent of the American people. It’s the same tax, but nobody really knows what an estate is, but they certainly know what it means to be taxed when you die. I’d argue that is a clarification, it’s not an obfuscation."
Frank Luntz, The Persuaders