En las primeras páginas de ¿Cómo nacen los objetos? Bruno Munari presenta una receta de arroz verde y explica que cualquier libro de cocina es un libro de metodología proyectual. Diseñar un libro o cocinar una receta se ajustan a un mismo método: seguir una serie de operaciones necesarias, dispuestas en un orden lógico dictado por la experiencia.
Ahora, leyendo el Gorgias, el personaje Sócrates encuentra otras similitudes: la retórica y el arte culinario coinciden en que no se encaminan al logro de lo mejor en el hombre, sino que aspiran simplemente a agradarle; la retórica es al alma humana lo que el arte culinario es al cuerpo humano. Son como imágenes engañosas de la justicia (en el caso de la retórica) y la medicina (para el arte culinario).
Aunque probablemente me estoy equivocando al dar por sentado que la retórica clásica se corresponde con el diseño actual. Sería así, supongo, si se pudiese concluir que el diseño tiene por finalidad la persuasión. Pero también tiene otras finalidades, creo: información, educación… Aunque también la retórica podría tener un objetivo educativo, al centrar formalmente el ámbito de las deliberaciones. No sé. Ya seguiré con esto.
Las de arriba son una galletas de jengibre que hice en Navidad. Creo recordar que, aunque seguí escrupulosamente la metodología proyectual recomendada, todos coincidieron en que me excedí con el jengibre.