Dándole vueltas a la polémica alrededor de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, echo mano de Thoreau:
«Creo que debiéramos ser primero hombres y después súbditos. No es tan deseable que se cultive el respeto a la ley como el respeto a lo justo. La única obligación que tengo de asumir es la de hacer en todo momento lo que crea justo.»
Supongo que la desobediencia civil es algo distinto de la desobediencia ética; pero me parece que lo que Thoreau viene a defender aquí es la libertad de conciencia del individuo frente a la sociedad y el Estado, como Antígona frente a Creonte. Creo entender que esa libertad de conciencia es algo distinto de la disidencia: respecto a una acción de disidencia frente a las leyes, el derecho no te protege sino que te obliga a asumir el castigo si actúas contra ellas.
Los antiguos eran más suspicaces: Aristóteles no ve como enemigo de la ética a la Ciudad sino a las pasiones de cada uno: tan tirano puede ser la Ley como el vicio. Aunque es más fácil ver enemigos exteriores, claro.
Para adornar, el OMAC de Jack Kirby.