Parece ser que, en muchos idiomas, si se antepone una letra n al vocablo utilizado para el número ocho, nos encontramos con la palabra noche: night, nuit, nacht, notte, noite…
«Según los lingüistas, en todas las lenguas indogermánicas las palabras que designan ocho tienen una raíz común, que es un dual de cuatro. Eso permitiría inferir la existencia de un sistema de numeración basado en el cuatro, cosa que aún hoy es conocida en varios pueblos de la Tierra. Se cuentan los dedos de cada mano, excepto el pulgar. Cuando se llega al ocho se ha llegado al final. Cabría pensar que existe una vieja asociación entre “final” y “noche”. Con el nueve recomienza el acto de numerar. La llamativa relación que existe en muchos idiomas entre nueve y nuevo estaría en correspondencia con eso.» Ernst Jünger, Radiaciones, volumen II