Navego un poco y descubro un número casi infinito de proyectos artísticos —fotografías, vídeos, animaciones, etc—. Muchas veces los instrumentos con que se producen son comerciales, lo que puede que determine la forma final de estos productos e imponga un método —¿y quizás una ideología?— determinado por el diseñador del software; ¿si quisiésemos algo completamente libre, deberíamos diseñar nuestro propio software?
Escribo esto porque Apple acaba de presentar Motion, su nueva . Unos creen que esto supone una democratización de la tecnología, un abaratamiento que supondrá un acceso generalizado (cuesta 279 $). Otros, por el contrario, piensan que impone una manera estándar de ver las cosas e imposibilita la experimentación.
No tengo ni idea, pero me imagino que Kyle Cooper —el famoso diseñador de los títulos de crédito de Seven y fundador de la superfirma Imaginary Forces — no debe de estar demasiado preocupado por la competencia doméstica.