Leszek Kołakowski hace una interpretación, en uno de los relatos de La clave celeste, de lo que se puede leer en Jueces, 4.
Débora, una mujer enérgica que ejerce de juez entre los israelitas,trata de propiciar un levantamiento de los israelitas contra el dominio cananeo; Barac no está demasiado animado y le dice:
Recuerda que todo el mundo desea creer que actúa por motivos nobles, y que no hay situación a la que una teoría no otorgue un nimbo de grandeza. Todo lo que existe se puede santificar, y la santidad casa mejor con lo que existe que con lo venidero, porque resulta más fácil permanecer en el estado de siempre que correr el riesgo de una transformación.
Débora, sin embargo, les convence de que no hay demasiado mérito en luchar por algo si la victoria es segura; así que el levantamiento se produce, y las tropas cananeas son aniquiladas, a excepción de Sísara, el caudillo de los cananeos, que huye del campo de batalla para salvar su vida y se refugia, avergonzado por su cobardía, en la tienda de Jael, que lo acaba asesinando mientras duerme.
Moraleja de Kołakowski:
Se suele opinar que el heroísmo es una afirmación muy particular de la individualidad. De hecho es todo lo contrario. La individualidad se manifiesta en la cobardía, que forma parte de la naturaleza universal del hombre. El heroísmo es la perdición del individuo ya que lo diluye en creencias, prejuicios y valoraciones de su entorno social; no hay ningún modo de ser héroe sino en referencia a los valores que cultiva una sociedad. Y, viceversa: uno es cobarde sólo por cuenta propia.
Y un poema de Julio Martínez Mesanza.