Hoy las tropas de Estados Unidos derribaron la estatua de Saddam Hussein en la plaza del Paraíso de Bagdad. Para unos, libertadores; para otros, invasores. Me llamó la atención cómo las palabras que acompañan una imagen son las encargadas de fijar su significado… ¿Puede ser objetiva una imagen?
Hay una anécdota sobre una foto de Robert Doisneau, de la que habla Gisèle Freund en su libro La fotografía como documento social.
«Un día, en un pequeño café de la rue de Seine, donde suele reunirse con algunos amigos, distingue a una muchacha encantadora que está bebiendo un vaso de vino en la barra junto a un señor de cierta edad que la mira con una sonrisa a la vez divertida y golosa. Doisneau les pide permiso para fotografiarlos. Aceptan. La foto aparece en la revista Le Point, en un número dedicado a las tascas, ilustrado por las fotografías de Doisneau. Entrega esta foto, entre otras, a su agencia. »Cuando los periódicos necesitan imágenes para ilustrar un artículo, se dirigen a las agencias. Poco después, esa foto aparece en un modesto periódico, editado por la liga contra el alcoholismo para ilustrar un artículo sobre la acción malsana de las bebidas alcohólicas. El señor, que es profesor de dibujo, se disgusta: “Me van a tomar por un borracho”, se queja al fotógrafo que le manifiesta su pesar, diciéndole que no puede controlar el uso que se hace de sus fotos. Pero la situación empeora cuando la misma foto aparece en una revista de escándalos. El texto que ahora acompaña esa foto dice: “Prostitución en los Champs-Elysées”. Esta vez el profesor de dibujo reacciona furibundo e intenta un proceso contra la revista, la agencia y el fotógrafo. El tribunal condena a la revista a pagar una fuerte suma por fraude. También condena a la agencia que sin embargo no había entregado la foto. El fotógrafo sale absuelto. El tribunal se limita a considerarle “un artista irresponsable”.»