Proyectar un arado sería un buen ejercicio de diseño. En El cazurro ilustrado leo:
«El análisis que se hizo de la interacción entre el animal y el equipo (yugo, collarón, arnés…) demostró que el ángulo que se formaba cuando se arrastraba éste y el peso de los equipos constituían los factores principales para determinar la fuerza de tiro ejercida sobre el apero. Las pruebas que realizaron confirmaron que la resistencia que oponía un equipo aumentaba con su peso y disminuía cuando el ángulo de tiro es más agudo. Estos principios se aplicaron con éxito para diseñar un arado y un arnés o yugo adaptados a la capacidad de trabajo de un burro o de una pareja de vacas. Los equipos se modificaban de forma muy sencilla y prácticamente sin ningún costo. »Con el precio que tiene hoy el combustible y el que probablemente alcance en el futuro, quizás sea rentable volver a usar la energía “renovable” de los animales y el ingenio “perdurable” de los aldeanos.»
El dibujo, de Julio Caro Baroja: Arado de San Antolín de Bedón, Asturias. Más aquí.