Leo una anécdota sobre el pintor Pierre Bonnard. Le gustaba seguir trabajando en sus cuadros antiguos, aunque los hubiera vendido mucho tiempo atrás. Andaba así al acecho en los museos, hasta que el vigilante se alejaba; entonces sacaba del bolsillo una paleta minúscula y un trocito de pincel y con él aplicaba a toda prisa algunos toques de luz a sus cuadros.