Sigue Kołakowski. Un liberal cree:
Que sigue siendo válida la vieja idea de que el fin del estado es la seguridad. Sigue siendo valido incluso si la noción de “seguridad” se amplía para incluir no sólo la protección de las personas y la propiedad por medio de la ley, sino además varias tipos de previsión social: que los parados no deben morirse de hambre, que los pobres no deben morir por falta de una ayuda medica; que los niños deben tener acceso libre a la educación- todo esto es parte de la seguridad. Con todo la seguridad no debe ser nunca confundida con la libertad. El Estado no garantiza la libertad regulando y actuando directamente sobre las diferentes áreas de la vida, sino no haciendo nada. De hecho la seguridad sólo puede expandirse a expensas de la libertad. De cualquier manera hacer a la gente feliz no es la función del Estado.
Que las comunidades humanas están amenazadas no sólo por el estancamiento sino también por la degradación en cuando están tan organizadas que ya no hay lugar a la iniciativa individual y a la inventiva. El suicidio colectivo de la humanidad es concebible, pero, por el simple hecho de que no somos hormigas, no su transformación definitiva en un hormiguero.
Que es altamente improbable que una sociedad en la cual todas las formas de competitividad han sido eliminadas continúe teniendo los estímulos necesarios para la creatividad y el progreso. Tener más igualdad es un medio y no es un fin en sí mismo. En otras palabras, que no da a lugar una lucha por más igualdad si de esto resulta sólo el descenso de nivel de aquellos que son mejores y no el ascenso de los excluidos. La perfecta igualdad es un ideal que se destruye a sí mismo.