Jacobo Siruela presenta su nuevo proyecto editorial, Atalanta. Me quedo con estos pensamientos del artículo que sobre él publica El País Semanal.
Lo único estimulante hoy es tener la suficiente libertad como para hacer todo lo contrario de lo que marcan los hábitos y pautas editoriales del último cuarto del siglo pasado. Es decir:
— Hacer pocos libros en lugar de muchos. Se trata de elegir, no de abarcar.
— Dedicar todo el tiempo que requiera cada uno de los libros en su realización, en lugar del menos posible porque es más rentable.
— No seguir las pautas del mercado, sino intentar adecuar al mercado tus propias propuestas.
— No buscar nada nuevo ni original en el diseño, sino algo auténtico y perdurable. Lo nuevo es lo que antes envejece.
— Tratar de buscar belleza, es decir, armonía de formas y colores, frente al relativismo (un poco gregario) de las estéticas instantáneas.
— ¡Guerra al plástico! Es un material anticuado y desagradable. Las encuadernaciones plastificadas son una rémora del siglo pasado. El plástico representa el triunfo de lo funcional frente a lo sensual. Y la sensualidad es el mejor acompañante de lo intelectual.
— Revindicar la encuadernación en papel, un material más acorde con el sentido del tacto. Estudiar a fondo todos los problemas que esto puede producir para la durabilidad del libro.
— Estudiar que el libro pueda abrirse perfectamente en las manos. (Lo contrario es una descortesía elemental con el lector).
— Cuidar al máximo las tipografías, interlineados, espacios blancos para los dedos, tamaño de la letra, etcétera. Son los fundamentos para un buen uso del diseño.