Mientras en la tele me animan a abrazar la electroestimulación mediante el Bodymax, pienso en Orlan, en Donna Haraway, en María Robot, en el eterno femenino, en La Eva Futura. Si Lord Ewald hubiera conocido Realdoll, probablemente no hubiera tenido que recurrir al dios-ingeniero Tomás Alva Edison, el brujo de Menlo Park, para crear a Hadaly.